3.8.05

 

Hotel Orquidea






















Peregrinación de Alpha

"...La posadera en jefe era una viejecilla enjuta de carnes, de genio agrio y al parecer rezandera, muy celosa de una muchacha mofletuda y desgreñada, de quien se hacía acompañar, y la cual, según las apariencias del rostro, manos y pies, profesaba tenazmente la teoría gallega de que "la cáscara guarda al palo". No quise visitar la cocina porque estaba seguro de perder, con detrimento del apetito, el resto de las Ilusiones que aún me quedaban. Llegó por fin la hora de comer y cenar en compendio, y salimos heroicamente de aquel mal paso, disponiendo en seguida nuestras penitentes camas en la sala y en presencia de los santos susodichos, por cuanto el dormitorio no se había barrido desde la construcción de la casa, y las dos cujas allí soterradas no daban muchas garantías.

-"¡Oh Señor!", prorrumpió la voz de la patrona por debajo de su alto y amarillento sombrero

de palma: "¿cómo no se acuestan en el dormitorio y no aquí por onde una tiene que dir a su cuarto?"

-"Nada temas, rígida virtud", contestó mi compañero, "pues te hallarás libre de asechanzas".

-"¿Chanzas?" dijo ella, sin atender lo demás. "No, señor, que les pondré un junco en cada cuja, y estarán mejor allá adentro".

-" ¡ Ilusiones engañosas! " le repliqué en el mismo tono de capilla de mi predecesor en la palabra. 'Nada de cujas, ¡abajo las cujas!"

-"¿Y hora?", continuó la interesante patrona un tanto picada, "¿puss nostá bueno que no tenga una por onde pasar sin que...?"

Un ronquido nasal y vigoroso de mi compañero, y una súbita carcajada mía dieron fin al importuno diálogo; salióse la vieja gruñendo, y a pocos momentos volvió, procurando no hacer ruido y empujando por delante a la jaspeada Maritornes, causa de sus desvelos, hasta encerrarse entrambas en su aposento.

He aquí el aspecto y atractivos de nuestra posada en Ubaté..."

Peregrinación de Alpha

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