20.7.05

 

La Hermandad de la Cicla



















Yo creo en los radios,
el marco, los pedales
y todas las relaciones
de transmisión de la fuerza.

Yo creo en las llantas labradas,
los caminos veredales
y las trochas de montaña,
así como en todos los campos
abiertos al libre recorrido.

Yo creo en el mapa,
en la ruta,
en la mente
y en todas las metáforas
cíclicas de la existencia.

Yo creo en 12 kilómetros por hora
en 4 metros por segundo
en la cámara lenta del aire y
en la fluidez singular
de nuestros instantes eternos.

Yo creo en el paisaje
en la atmósfera
en la gente del campo
y en todos los devenires silvestres.

Yo creo en la dinámica
entre el vigor y el cansancio
entre la repetición y el asombro
entre la cotidianidad y la iluminación
así como en todas las relaciónes de tranlación

Y más allá, yo creo en los pioneros europeos del Velocípedo
creo en el alemán,
Baron Karl von Drais, profeta de la Draisina de tración humana
creo en el escocés
Kirkpatrick MacMillan, visionarios del Pedal y padres del Rompehuesos
creo en los franceses Ernest Michaux y Pierre Lallement pontífices de la Enana Ordinaria
creo en los ingleses James
y J. K. Starley que dieron a luz las Enanas Seguras
primeros velocípedos modernos.
Creo en la camara neumática del escocés
John Boyd Dunlop
Creo en los industriales productores de la Raleigh, la Schwinn, la Specialized.
en los desarrolladores indios y chinos y en todos los demás maestros y sus inefables obras.
Creo en el uso urbano, rural, laboral y ambiental de la Bicicleta.
Y ante todo creo en las Bicicletas de Montaña y de Touring, ideales para viajar por la Tierra.

Eso sí, no creo en la actitud espectacular, comercial y competitiva con la que se carga socialmente hoy en día a la única creatura de la Revolución Industrial digna de nuestra devoción.


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